Denunciada una cadena de «fast food» por ofrecer sólo carne islámica. El Ayuntamiento de Roubaix ha abierto un nuevo frente en la polémica con la comunidad musulmana
Fuente: La Razón
Una mujer pasa ante la puerta de un restaurante de la cadena Quick, ayer, en la ciudad francesa de Roubaix.
El escándalo tiene forma de hamburguesa. Al frente de la nueva polémica que sacude a Francia, en pleno debate sobre su identidad nacional, está una cadena de comida rápida que desde otoño experimenta con menús exclusivamente «halal», es decir, elaborados con carne de vaca, pollo o pavo sacrificados conforme a lo establecido por la «sharia». Como estipula la ley islámica, el degüello del animal se efectúa por un verdugo autorizado, invocando a Allah y mirando a Makka.
Esta oferta comercial sólo afecta a ocho de los 360 establecimientos con que cuenta la firma Quick en ciudades con una fuerte densidad de población musulmana. Es el caso de Roubaix, en el norte del país, y donde un panel anuncia desde finales de noviembre su nueva «confesión» y la retirada de sus cartas de toda hamburguesa a base de cerdo.
El problema es que este «fast food» es el único en el centro de esa ciudad, históricamente industrial, y aunque desde que la experiencia está en marcha la cifra de negocio ha aumentado, su alcalde, el socialista René Vandierendonck, considera «discriminatoria» la falta de diversidad. «No me molesta que haya una oferta ‘halal’, pero cuando es todo lo que se propone, eso es ir muy lejos», afirma el regidor, que amenaza no sólo con recurrir a la Halde (Alta autoridad de lucha contra las discriminaciones), sino con emprender acciones penales.
Igualmente escandalizado se confesaba el ministro de Agricultura, Bruno Le Maire, que al unísono con el portavoz del Gobierno, Luc Chatel, alertaban del peligro del «comunitarismo». Esto es, de caer en un cierto sectarismo al erradicar de los menús ciertos alimentos en pos de las costumbres de una u otra comunidad.
A un mes vista de los comicios regionales, la polémica reviste tintes electoralistas.
Empezando por su instigadora, la ultraderechista Marine Le Pen, vicepresidenta y candidata del Frente Nacional en la región Norte, que arremetía esta semana contra el «proceso de islamización forzado» que suponen estas prácticas. Sin embargo, la existencia de restaurantes y comercios exclusivamente «halal» para los musulmanes o «kosher» para los judíos es una realidad desde hace décadas en Francia.
Ante el diluvio de críticas, la empresa, que no descarta una oferta mixta al cabo de los seis meses de prueba, defiende su estrategia. «Nuestros establecimientos no son ‘halal’ porque, de hecho, vendemos alcohol. Sólo lo son nuestras carnes», aseguraba en un comunicado. Y no es para menos, pues este mercado mueve en Francia unos 4.000 millones de euros.