Campaña xenóboba contra los minaretes en Suiza.
Un referéndum decidirá si se prohíbe la construcción de torres islámicas. Sólo un 30% de los ciudadanos aprueba la iniciativa, según las encuestas
Siete minaretes con aspecto de misiles invaden la bandera suiza. Al frente, una mujer vestida con un burka negro. La imagen, tan directa como polémica, es la escogida por la derecha para pedir el sí en el referéndum que preguntará a los suizos si quieren prohibir la construcción de minaretes en su país.
El debate se inició hace un año y medio, cuando los partidos conservadores consiguieron recoger 110.000 firmas para la celebración de una consulta vinculante. "Hemos tomado los minaretes como un símbolo de la islamización en Suiza", asegura Ulrich Schlüer, líder de la campaña por el sí. Según este parlamentario del mayoritario Partido Popular (SVP), una parte de la comunidad musulmana pretende implantar la ley islámica en el país y eso debe detenerse antes de que sea demasiado tarde.
"Con esos argumentos sólo pretenden movilizar el miedo", se lamenta Saïda Keller-Messahli, presidenta del Forum para un Islam Progresista. «'El SVP sabe cómo dirigirse a las emociones de la gente: ‘¿Quieres que te corten un brazo? ¿Quieres ser lapidada?'". "Están utilizando la religión de forma incorrecta para hacer política", añade Mahmud el Guindi, presidente de la Unión de Organizaciones Islámicas de Zúrich.
La segunda fe
Cabe destacar que a los organizadores de la iniciativa no les molestan las decenas de sinagogas, templos budistas e hindúes que hay por todo el país. Ni siquiera los de la Cienciología. Las mezquitas, dicen, tampoco. Sólo los minaretes.
Suiza es uno de los países con más inmigración en Europa, con casi un 25% de extranjeros. Más de 410.000 musulmanes viven en la nación alpina, lo que convierte al islam en la segunda fe por detrás del Cristianismo. La mayoría procede de Turquía y los Balcanes, y practican su religión de forma discreta. En Suiza hay alrededor de 180 mezquitas, aunque sólo cuatro de ellas tienen minaretes, ninguno de los cuales se utiliza para llamar a los fieles al rezo.
En su gran mayoría, se trata de centros que pasan totalmente desapercibidos porque están ubicados en antiguos almacenes o fábricas, alejados del centro de las ciudades. "Tenemos derecho a tener un espacio público que todo el mundo pueda ver para que así haya aún más transparencia", dice la presidenta del Forum para un Islam Progresista, porque «todo lo que está oculto genera desconfianza».
Tanto el Gobierno como el Parlamento recomiendan a los ciudadanos votar en contra de la iniciativa. Incluso, la Comisión federal contra el Racismo ha mostrado su rechazo frontal a la iniciativa. Las mayores acusaciones de xenofobia se han producido por el principal póster de la campaña, que ha sido prohibido en ciudades como Basilea o Lausana.
Una campaña 'ridícula'
"La primera vez que vi ese cartel me recordó a los que se hacían en Alemania y Austria en los años 30: el mismo método, los mismos colores, un tipo de letra similar y el mismo mensaje ofensivo", dice Keller-Messhali. "Creo que es ridículo, no tiene nada que ver con la realidad de Suiza", añade Tunger-Zanetti, del Centro de Investigaciones religiosas de la Universidad de Lucerna.
La comunidad musulmana ha querido mantenerse al margen del referéndum, porque considera que es un debate que debe producirse entre los propios suizos. "Tenemos una actitud casi pasiva porque no somos una oposición política, sino una minoría religiosa", explica El Guindi.
Políticos y empresarios miran más allá de las fronteras y aseguran que una victoria del 'sí' podría perjudicar los intereses del país en el extranjero. Incluso la ministra de Asuntos Exteriores, la socialista Micheline Calmy-Rey, aseguró que "podría convertir a Suiza en un objetivo para el terrorismo islámico". Pero los que se oponen a la iniciativa creen que los problemas pueden crearse más en el interior que en el exterior. Según Tunger-Zanetti, la iniciativa "puede llevar a segregar a los musulmanes aún más".
Los resultados de la última encuesta, encargada por la televisión pública del país alpino, auguran la victoria del 'no': sólo un 30% de los suizos votaría sí en el referéndum del próximo 29 de noviembre. Para que no se construyeran más minaretes en Suiza, sería necesaria a efectos legales una doble mayoría: sobre el número total de votos y sobre el número total de cantones.