La religión debe unir a la gente y no entienden cómo soldados israelíes, descendientes de la víctimas del antisemitismo, puedan cometer ahora el mismo crimen que Hitler
Vehbi Hoti posa delante de su vivienda con el título "Justo de las Naciones" concedido por haber acogido su familia a una joven judía mientras su casa estaba ocupada por soldados nazis. EFE
Parece un escenario de una película, pero es una historia vivida en carne y hueso que podría haber costado la vida a una familia musulmana albanesa que durante un año en la II Guerra Mundial acogió a una joven judía mientras su casa estaba ocupada por soldados nazis.
La ayuda que salvó la vida de esta judía, y de los demás judíos que se refugiaron en Albania durante el Holocausto, se basó en el respeto de los principios del Islam y en un antiguo código en Albania que considera al huésped tan sagrado como Dios.
El testigo de esta extraordinaria historia es Vehbi, el hijo menor de Hasan Hoti, dueño de una casa de la localidad norteña de Shkoder.
Aunque entonces tenía tan solo ocho años, nunca se le ha borrado de la memoria aquel día del septiembre del 1943, cuando tres oficiales alemanes llamaron a la puerta de la casa donde él vivía con sus padres, cuatro hermanos, una hermana, la familia del tío del padre y de su tía.
Los nazis, que habían ocupado toda Albania, le dijeron a mi padre que residirían en nuestra casa, narró Vehbi a Efe.
A partir de ese momento, el jardín donde jugaba al fútbol con primos y amigos se convertió en un aparcamiento de automóviles militares, morteros y un depósito de enormes cajas de municiones.
En la habitación del rincón dormían altos oficiales nazis, en la de la chimenea había un suboficial, el pasillo fue convertido en enfermería, y donde almacenábamos los cereales se alojaron soldados, indicó Vehbi, hoy un jubilado de 72 años.
Y enfrente del cuarto de los soldados alemanes, en el gallinero, dormían siete soldados presos italianos de los ocupantes germanos.
Casi al mismo tiempo de la llegada de los alemanes, un sobrino de Hasan, Abdullah, pidió que cobijáramos en casa a una judía, Rachel, que la había llevado con sus tres hermanas y sus padres desde Pristina (Kosovo), para salvarla de la persecución del nazismo.
Para redondear el crisol de las razas surgido de improviso, un cocinero austríaco operaba una cocina de campaña en el patio de la casa y hacía las veces de acróbata para entretener al público.
"Mi padre aceptó a la judía pensando en el Islam, que dice que debemos hacer bien y ayudar a los necesitados para que Dios nos retribuya esta bondad", afirmó Vehbi, que, al igual que sus antepasados, va todos los días a la mezquita a rezar.
Además, su familia respetó las viejas tradiciones albanesas de hospitalidad y la "besa", un código de honor que obligaba a los hombres a mantener la palabra prometida.
"Mi padre juró que nunca iba a entregar a la judía a los alemanes aunque tuviera que sacrificar la vida de todos sus hijos", dijo Vehbi con ojos húmedos por las lágrimas y labios temblorosos de emoción.
Bajo el Islam y la "besa" decenas de familias devotas musulmanas rescataron la vida de más de 2.000 judíos que vivían en Albania durante la ocupación alemana.
El pequeño país balcánico, habitado predominantemente por musulmanes, fue el único europeo que después de la guerra contaba con una población judía diez veces mayor que antes de ella.
"Rachel, de 19 años, era una segunda hermana para mi. Se visitó con la ropa de mi hermana, Çelja, se tapó la cabeza con el velo típico musulmán y me daba de comer cuando faltaba mi madre", cuenta Vehbi.
Tras la liberación de Albania en 1944, los dirigentes comunistas de Enver Hoxha aislaron al país y la familia Hoti no tuvo noticias de Rachel hasta la llegada de la democracia en 1991.
Esta familia albanesa ha sido honrada con el máximo título "Justos entre las Naciones" del museo de Yad Vashem de Jerusalén.
Un retrato de Vehbi y su hermano Bahri está expuesto al lado de otras 70 fotos de las familias albanesas que rescataron a judíos del nazismo en la muestra que el fotógrafo estadounidense Norman Gershman ha abierto estos días en Tirana.
Lo único que Vehbi pide a Israel como retribución al sublime sacrificio de su familia es que le pague un viaje para poder peregrinar a La Meca, el máximo santuario del Islam que le ha inspirado la vida.
Dice que la religión debe unir a la gente y no entiende cómo soldados israelíes, descendientes de la víctimas del antisemitismo, puedan cometer ahora el mismo crimen que Hitler y matar a niños palestinos inocentes simplemente por ser musulmanes.