La religión ha sido objeto de abusos y malas interpretaciones a lo largo de la historia. Así, algunos la han utilizado como medio de explotación y represión, como pretexto para el prejuicio y la persecución; otros, en cambio, como fuente de poder y dominio sobre las masas y las clases superiores. En nombre de la religión se han hecho estallar guerras injustificables, se ha oprimido la libertad de pensamiento y conciencia, se ha perseguido la ciencia, se ha negado el derecho a la madurez de¡ individuo, degradando así, flagrantemente, la dignidad y el honor de¡ hombre. Y en nombre de la religión se han causado, así mismo, injusticias a la humanidad, de las cuales se han derivado muchos perjuicios para la propia religión.
Estos son hechos históricos que nadie puede negar. ¿Pero es ésta la función correcta de la religión, el enfoque acertado de la religión? ¿Puede ser éste el objetivo de la religión?: la respuesta indiscutible es un terminante "no". Hay muchas religiones en el mundo y cada una alega ser la única religión verdadera. Se supone que todas las religiones proceden de Dios para guiar debidamente al hombre. Mas estas pretensiones, contradictorias en sí mismas, han dado lugar a disensiones entre los pueblos, y a vehementes reacciones frente al hecho religioso ‑en lugar de aglutinar a la humanidad en una hermandad universal bajo el Único Dios Benevolente Universal‑. Esta situación confunde a cualquier observador neutral, tornándole, quizá, refractario a cualquiera de las religiones.
El concepto islámico de la religión es único en el más amplio sentido de la palabra. Es verdad que la auténtica religión debe proceder de Dios para guiar debidamente al hombre. Y es igualmente cierto que la naturaleza humana y las principales necesidades del hombre son, básicamente, las mismas en todo momento. Esta concepción conduce a una conclusión: sólo existe una religión auténtica que procede del Único Idéntico Dios, para iluminar los grandes problemas humanos de todos los tiempos. Esta religión es el Islam. Convendría, no obstante, tener presente que el Islam no fue enseñado sólo por el Profeta Muhammad. Por el contrario, el Islam ha sido enseñado por todos los profetas anteriores a Muhammad, por los verdaderos seguidores de Abraham y Moisés, así como los de Jesús y de otros, todos ellos fueron llamados Musulmanes. El Islam ha sido, pues, y seguirá siendo, la verdadera religión universal de Dios, porque Dios es Uno e Invariable; y, porque, la naturaleza humana y las principales necesidades humanas son básicamente, las mismas, con independencia del tiempo, lugar, raza, edad, y cualesquiera otras consideraciones.
Desde estas consideraciones, el concepto islámico mantiene que la religión no es sólo una necesidad espiritual e intelectual, sino también una necesidad social y universal. No pretende confundir al hombre, sino guiarle. No intenta envilecerle, sino elevar su naturaleza moral. No trata de privarle de nada útil, ni de agobiarle, ni oprimir sus cualidades; sino de abrirle a los tesoros inagotables del criterio sano y la acción correcta. No busca confinarle en estrechos límites, sino lanzarle hacia amplios horizontes de verdad y bondad. Resumiendo, la verdadera religión debe dar al hombre el conocimiento de Dios, de sí mismo, y del resto del universo. Ello no significa en absoluto una simplificación excesiva de la religión. Veamos su significado:
Cuando se examina atentamente el objetivo de la verdadera religión, se observa que ella satisface las demandas espirituales y materiales moderadas del hombre. Desata sus complejos y nudos psicológicos, sublima sus instintos y aspiraciones, disciplina sus deseos, transformando así el curso total de su vida. Mejora su conocimiento de Dios ‑la Máxima Verdad del Universo‑ y el de su propio ser. Le enseña los secretos de la vida y la naturaleza del hombre, así como el modo en que debe tratarlos con respecto al bien y al mal, respecto a lo justo y lo injusto. Purifica. el alma del mal, aclara las dudas de la mente, fortalece el carácter y corrige el pensamiento y las convicciones del hombre. Todo ello, tan sólo puede conseguirse cuando el hombre observa, fielmente, los deberes espirituales y los principios naturales introducidos por la religión.
Por otra parte la verdadera religión educa al hombre y le adiestra en la esperanza y la paciencia, en la autenticidad y la honradez, en el amor a lo justo y lo bueno, en la firmeza y en el sufrimiento, todo lo cual es necesario para el dominio de¡ gran arte de vivir. La verdadera religión asegura, igualmente, al hombre contra los temores y las pérdidas espirituales y *le garantiza la ayuda y alianza inquebrantable con Dios. Proporciona al hombre paz, seguridad, y sentido a su vida.
Esto es lo que la humanidad puede recibir de la verdadera religión y es éste, el concepto de la religión en el Islam. Toda religión que no ofrezca estos frutos no es el Islam o, mejor dicho, no es religión en absoluto; y todo hombre, que no obtenga estos beneficios de la religión no es religioso, ni siente temor de Dios. Dios es totalmente veraz cuando afirma en el Santo Corán: en verdad, la religión de Dios es el Islam. Más quienes recibieron el Libro, no discordaron sino por injusticia mutua después de obtener el conocimiento. Pero quien niega las leyes de Dios, sepa que Dios es diestro en pedir cuentas (Corán, 3:19). Y quienquiera que anhele otro culto, que no sea el de¡ Islam, jamás le será aceptado, y en el otro mundo se contará entre los desventurados (Corán, 3:85).