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 Como y cuando nació la navidad

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MensajeTema: Como y cuando nació la navidad   Como y cuando nació la navidad EmptyVie Nov 20, 2009 10:18 am

Festividad navideña

El término "Navidad" es la contracción del vocablo latino navitas que significa "nacimiento". A partir de este concepto, surge un símbolo muy arraigado y complejo en su estructura. La Navidad no es sólo un recuerdo de un suceso histórico. Constantemente la Liturgia Cristiana subraya que el hecho del nacimiento de Jesucristo está ordenado a la Redención, a la Pascua, a la Parusía. Según la terminología de los antiguos, la Navidad es una memoria (misterio), cuyo centro es la muerte y resurrección de Jesucristo, siempre presente y operante, como alma de toda celebración litúrgica.

Alrededor de la Liturgia de Navidad se ha formado, en el decurso de los siglos, una serie de costumbres que han contribuido a crear un ambiente festivo en la intimidad de las familias y en las calles de aldeas y ciudades. Lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo el aspecto exterior, sino su significado interior; se debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo para así poder vivirlas intensamente. Se recrean: el arbolito, el pesebre, los regalos, las comidas típicas, la decoración en general, y los niños esperan con ansiedad la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos, cuyo origen se remonta a las antiguas costumbres y ritos, que es el motivo central del presente ensayo.

Es fundamental analizar el aspecto histórico para entender el origen pagano de la Navidad y su conversión al Cristianismo, así como también se establecerá la evolución histórica que han tenido los distintos elementos que se utilizan.

Lo sociológico se perfila en un análisis de los distintos ritos, tradiciones y costumbres, que se han mantenido vigentes hasta nuestros días, mediante los actos sociales y su transformación, con el aporte de las distintas culturas.

En lo que respecta a lo comercial, los objetos tradicionales y religiosos adquieren relevancia, ya que muchos de estos elementos han sido comercializados por la utilidad y el uso que impone la sociedad de consumo.

El ámbito religioso se fundamenta en una cosmovisión Cristiana. Desde la Liturgia se han establecido, además, el otorgamiento de distintos significados de los elementos religiosos. A su vez, es posible analizar algunos aspectos de otra comunidad conocida como Black Sabbath, que se manifiesta como el contrapunto del Cristianismo.

En cuanto a la visión cultural, conforma todos los aspectos reseñados, con el agregado de una cosmovisión, en la que se puede afirmar que la Navidad surge como un símbolo arraigado culturalmente y complejo en su estructura.

De esta manera, es preciso hacer una interrelación de conceptos con los enfoques para interpretar el significado de la Navidad, como parte integrante de nuestra cultura occidental.

Hoy se considera a esta festividad como las de mayor trascendencia en todo el mundo. Su celebración abarca desde el 25 de diciembre al 6 de enero, con distintas conmemoraciones, algunas trasformadas al cristianismo: la Noche Buena, la Navidad, el Día de los Santos Inocentes, la Noche Vieja, el Año Nuevo y el Día de Reyes (Epifanía).
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MensajeTema: Re: Como y cuando nació la navidad   Como y cuando nació la navidad EmptyVie Nov 20, 2009 10:19 am

-I-

NAVIDAD CRISTIANA

Las fiestas de Navidad se remontan a antiguas costumbres paganas conocidas como la "adoración del culto solsticial", que representa la acción del sol creador, su perduración terrenal mediante el fuego y su drama celeste: nacimiento del sol, su muerte aparente y su resurrección. En otras épocas, el 24 de diciembre se celebraba el nacimiento de un dios solar.

En distintos países, toma un nombre diferente: Krisna y Buda en India, Mitra en Persia, Horus en Egipto, Apolo en Grecia, Bochica entre los Chibchas de Colombia, Kulkuká entre los Mayas, Quetzocoalt entre los Aztecas y Wiracocha entre los Incas. Se consideran que estos dioses descendieron al Hades (infierno) y regresaron otra vez llenos de vigor, del mismo modo que lo hace la Naturaleza con su renovación periódica de los ciclos estacionales anuales.

Para las diversas costumbres, la Navidad ha representado el advenimiento de un acontecimiento cósmico por excelencia, cuyo hecho más trascendente radicaba en garantizar la supervivencia del hombre pagano o campesino, del renacimiento anual de la divinidad salvadora, encarnado en el mito milenario por excelencia.

El arraigo a este culto no pudo ser desterrado, ya que en cada celebración participaban los cristianos. A pesar de que los Evangelios no establecía esa fecha como la del nacimiento de Jesús, la Iglesia, en un principio, no lo celebraba.

Durante los siglos siguientes, al comenzar a aflorar el deseo de celebrar el natalicio de Jesús de una forma clara y diferenciada, algunos teólogos, basándose en los textos de los Evangelios, propusieron datarlo en fechas tan dispares como el 6 y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, el 20 y 25 de mayo, y algunas otras. Pero el Papa Fabián (236-250) decidió terminar con tanta especulación y calificó de sacrílegos a quienes intentaron determinar la fecha del nacimiento de Jesús. La Iglesia Católica de Armenia fijo su nacimiento el 6 de enero, mientras otras iglesias orientales egipcias, griegas y etíopes propusieron fijar el natalicio en el día 8 de enero.
I, en el siglo IV, concertó que la Navidad comenzara el 25 de diciembre y culminara el 6 de enero con la fiesta de Epifanía.

Los motivos para la innovación están declarados con gran franqueza por un escritor sirio cristiano: ‘La razón de que los Padres transfieran la celebración del 6 de enero al 25 de diciembre fue ésta: era costumbre de los paganos celebrar en el mismo día 24 de diciembre el nacimiento del sol, haciendo luminarias como símbolo de la festividad. En estas fiestas y solemnidades, tomaban parte también los cristianos. Por esto, cuando los doctores de la Iglesia se dieron cuenta de que los cristianos tenían inclinación a esta fiesta, se consultaron y resolvieron que la verdadera Navidad debería solemnizarse en ese mismo día, y la fiesta de la Epifanía en el 6 de enero’. Por esa razón y continuando la costumbre, se siguen encendiendo luminarias hasta el día 6 […] Parece ser, pues, que la Iglesia Cristiana eligió la celebración del nacimiento de su fundador el día 25 de diciembre con el objeto de transferir la devoción de los gentiles del sol al que fue llamado después Sol de la Rectitud (Frazer, 1996: 414).

A partir de entonces, la Cristiandad celebra el nacimiento de Jesús.

En un principio, la festividad de la Navidad tuvo un carácter humilde y campesino, pero a partir del siglo VIII comenzó a celebrarse con la pompa litúrgica que ha llegado hasta hoy, creando progresivamente la iluminación y decoración de los templos, los cantos, lecturas, misterios y escenas piadosas que dieron lugar a representaciones al aire libre del nacimiento del portal de Belén (Rodríguez, 1997: 20-21).

EL PORTAL DE BELÉN

Aunque la tradición haya marcado que el nacimiento se produjo en el primer año de la era cristiana, lo cierto es que no se puede fijar con exactitud su fecha, al igual que el lugar geográfico donde se produjo.

Existen dos antecedentes biográficos en la Biblia, el de San Mateo y San Lucas, que situaron dos lugares geográficos diferentes entre sí: Belén (Judea) y Nazaret (Galilea) respectivamente.

El lugar de nacimiento sigue siendo, para los expertos, muy discutido. "Tanto Marcos (Mc 1,9) como Juan (Jn 1,45) señalaron rotundamente que Jesús era oriundo de Nazaret (Galilea) y no de Belén (Judea) y Lucas (Lc 2,4) situó a José y María viviendo en Nazaret antes del parto" (Rodríguez, 1997: 27-28) .

Para la mayoría, situar en Belén su nacimiento, cuestión remarcada por Mateo, se justificaría, no porque fuese un hecho cierto, sino para poder forzar el cumplimento de las profecías, a fin de otorgar a Jesús la descendencia davídica (Hijo de David) y validar el mesianismo que le adjudicaron sus seguidores.

Precisamente, la Iglesia en el siglo IV fijó el natalicio de Jesús en el año 6 antes de nuestra era y concertó que el lugar geográfico fuera Belén.
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MensajeTema: Re: Como y cuando nació la navidad   Como y cuando nació la navidad EmptyVie Nov 20, 2009 10:20 am

-II-

LAS CELEBRACIONES

Existen distintas celebraciones que comprenden una serie de acontecimientos importantes, entremezclados con matices paganos y religiosos: Noche Buena, Día de los Santos Inocentes, Noche Vieja, Año Nuevo y Día de Reyes (Epifanía).

NOCHE BUENA

La Noche Buena (Noche Santa) comienza a la caída del sol del día 24 de diciembre. Los fieles cristianos se preparan para ver en el cielo la luminaria estrella y, a las doce, celebran el nacimiento de Jesús, con cantos y villancicos, tanto en los actos públicos como en la celebración Misa de Gallo. Se entremezcla con esta celebración, la llegada de Papá Noel que trae obsequios a los niños, y los disparos de fuegos de artificio.


DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES

La cristiandad recuerda el 28 de diciembre como el Día de los Santos Inocentes. Es un hecho que tuvo como protagonista a Herodes, quien, por venganza, mandó a ejecutar todos los niños recién nacidos, porque los Magos le anunciaron la llegada del Salvador, y quedaron en regresar para informarle el lugar, pero éstos huyeron.

Si bien este hecho histórico no puede precisarse con exactitud, la fecha no es coincidente, dadas las contradicciones de los relatos bíblicos, y el tiempo que tardaron los Reyes Magos –12 días, según la tradición– para encontrar el pesebre.

En Mateo (2,13-18), se recrea este episodio que es relatado como un suceso mítico que procede de Oriente, tal vez de la India, aunque el evangelio lo sitúa en Egipto (Año 9 dc).

Parece obvio, por tanto, que la leyenda de la "persecución y huida" existía ya previamente en la mítica pagana y que estaba asociada al destino triunfante de grandes personajes; pero queda por tratar un argumento de peso, eso es que dos profetas, Oseas y Jeremías, habían anunciado este suceso. De hecho, si repasamos el texto de Mateo (Mt 2,13-18), encontraremos que la verdad del relato se basa en que viene a dar cumplimiento a lo dicho en Os 11,1 y en Jer 31,15, una presunción que carece de fundamento (Rodríguez, 1997: 67).

De esta manera, la narración mítica demuestra una vez más

el ciclo estacional de la Naturaleza. El perseguidor, siempre viejo, terrible y hostil, es la representación del invierno, que pretende eternizarse para siempre. El perseguido, recién nacido, es el sol –en su solsticio hiemal– que promete crecer hacia la primavera, llenando de dones, esperanza y posibilidad de supervivencia a la humanidad. Un año tras otro, el Niño Sol vence al Viejo Invierno desbaratando sus negros propósitos. Esto es la Navidad (Rodríguez, 1997: 68).

Esta celebración tiene, además, otras connotaciones paganas. En este día, se organizan distintas bromas a los amigos o vecinos despistados. Cuando la broma concluye se expresa a viva voz: "¡Qué la inocencia te valga!" Es un deseo de buen augurio, porque la víctima de la broma aún conserva la calidez infantil.



NOCHE VIEJA

La Noche Vieja –para nosotros "Vísperas de Año Nuevo"– era una celebración consideraba como la "noche de los oráculos". Una antigua tradición señala que echando unas gotas de plomo fundido en el agua, las solteras podían descubrir la profesión y el nombre del futuro pretendiente; también si arrojaban un zapato por el aire podían saber la dirección en que llegaría. Una tradición reciente se entremezcla con esta celebración, la de "las doce uvas de la suerte".



AÑO NUEVO

El Año Nuevo tiene como antecedente histórico la creencia, desde los tiempos míticos, de que cada año se reclama una reparación, una renovación y una reafirmación periódicas […] En ocasión del nuevo año, los inmortales son considerados como sí estuvieran de nuevo sobre la tierra […] Simbólicamente, pues, el mundo comienza cada año: los inmortales lo hacen estable, sano, rico, santificado, tal como era en el comienzo de los tiempos.

En ocasión de la fiesta del año nuevo, se reitera el paso del caos al cosmos, se repite en el presente la cosmogonía […] Se trata de una costumbre análoga con la de ‘fijación de las suertes’ del nuevo año babilónico, que se transmite hasta nuestro tiempo en las ceremonias del Día del Año. [Cada año nuevo se] repite siempre el acto cosmogónico por lo que los ‘doce días’ que separan Navidad de la Epifanía, se consideran todavía en la actualidad como una prefiguración de los doce meses del año (Eliade, 1991: 191-192).

Para la tradición cristiana, el Año Nuevo es el día de la Circuncisión de Jesús, y la Solemnidad de María, y los doce días que abarca la Navidad se considera el tiempo en que tardaron los Reyes Magos para encontrar el pesebre. En el Año 2000, se añadió la celebración del nuevo siglo y el nuevo milenio.



DÍA DE REYES (EPIFANÍA)

El Día de Reyes (Epifanía) es una celebración que el cristianismo había adoptado desde el siglo II y que aún continúa vigente. Los Reyes Magos, para la concepción Cristiana, son considerados santos.

A partir del siglo XVIII, esta fecha toma carácter infantil, cuya finalidad fue la de competir con la establecida tradición de San Nicolás.

Los Reyes Magos no trajeron juguetes hasta mediados del siglo XIX sino que, con anterioridad, sus regalos consistían en elementos para la vida cotidiana: alimentos, ropa, calzados, etcétera.

La tradición mantenida hasta el presente consiste en que los niños pongan sus zapatos limpios en la puerta de entrada o ventanas, con una cartita, y se les provea a los camellos de pasto y agua. En agradecimiento, los Reyes Magos depositan sus obsequios. Si no pueden cumplir con el pedido, le dejan otra nota muy tierna: "Los Reyes Magos son pobres, pero te dejamos otro regalito que te va a encantar".

En la actualidad, los Reyes Magos traen juguetes y golosinas a todos los niños, y se organizan festivales de las más diversos, con características muy particulares: los Reyes Magos no sólo vienen en camellos, sino también a caballo, en moto o lancha, según la zona a la que arriban.

También en distintos países, se tiene por costumbre que los niños, munidos de alcancías, pidan su aguinaldo a las personas adultas: "Me da mis Santos Reyes", es la consigna.
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MensajeTema: Re: Como y cuando nació la navidad   Como y cuando nació la navidad EmptyVie Nov 20, 2009 10:21 am

-III-

RITOS SOCIALES

Una serie de ritos sociales se practican en estas celebraciones; algunos se remontan a las antiguas costumbres paganas, pero ahora están camufladas con un carácter simbólico cristiano.

LOS REGALOS

Hacer regalos es una costumbre, heredada del neolítico, que tenía ciertos matices singulares en las fiestas del culto solsticial. Cada regalo era ofrecido a cambio de otro. Si no se cumplía el intercambio, la persona que lo recibía podía tener malos augurios.

En un principio, la Iglesia se había opuesto pero, al no poder desterrar esta costumbre, fue reemplazada por la que existía en Roma el día primero del año llamada estrenas. Al principio, simbolizaba que era el niño Jesús quien ofrecía los regalos y, más adelante, serían los Reyes Magos quienes distribuyeran los dones y, como tal, debían nacer del corazón, dádivas generosas sin pedir nada a cambio.




FUEGOS DE ARTIFICIO

Otra de las costumbres más generalizadas en esta celebración consiste en disparar fuegos de artificio, sonar campanas, sirenas, disparos de escopetas y gritos.

El origen de celebrar con disparos de fuegos de artificio y mucho ruido data de una antigua tradición china que simboliza "la magia imitativa que asegura la provisión de luz y calor del sol y su finalidad es la de ser purificadora, ya que logra la destrucción de las fuerzas del mal" (Cirlot, 1992: 210).

También se debe destacar que los artefactos pirotécnicos fueron inventados a partir de una observación muy particular, como el caso de los cracker, que aun hoy se comercializa, tal como su inventor Tom Smith lo creara en 1840.

Smith conocía la costumbre china de incluir en los caramelos algunas frases. A partir de allí, surgen los bombones pasando a ser una golosina por excelencia. Del bombón tradicional pasó al cracker. Tom Smith, por un accidente casero que provocó la estampida de un madero, se le ocurrió hacer los primeros bombones con estampidos, los cuales llamó cosaques pero, a comienzos de 1880, fue suplantado por el nombre más común de cracker.

Debido a que esta costumbre está fuertemente arraigada en la cultura popular, es casi imposible que pueda ser prohibida, a pesar de los accidentes que provoca el mal uso de la pirotecnia. En la actualidad, la comercialización de estos elementos hace previsible un control, principalmente, por las fuerzas policiales, para que sean menos riesgosos e, incluso, inofensivos.



LA MESA FESTIVA

La mesa de Navidad y Año Nuevo, por lo general, se convierte en un lugar donde se come y se bebe con desmesura. En tal sentido, se retoma la antigua tradición pagana de "saturliana", festividad que se celebraba del 17 al 24 de diciembre en honor de Saturno, el dios de la agricultura. Durante la saturliana, se suprimían las diferencias sociales y todos los habitantes del imperio romano se consideraban iguales. Se llevaban a cabo todo tipo de diversiones populares, loterías y juegos de azar. Con cantos y mucha alegría, la gente se liberaba momentáneamente de una rígida estructura social, y con la ayuda del alcohol, lograban confundir sus roles.

En la actualidad, tanto en Nochebuena como en la Víspera del Año Nuevo, sirven de excusas para que las familias se reúnan en torno a la mesa, incluidos aquellos miembros que apenas se relacionan entre sí o los que viven en lugares alejados. Se preparan suculentos platos para celebrarse a sí mismos.

Este panorama festivo se le suma modernos menús, incluso en cada país se han reemplazado algunos platos tradicionales por otros, cuya preparación culinaria es diferente y matizada con distintos trucos locales.

Como comidas típicas se consideran a las nueces, jamón cocido, el budín de Navidad (potaje de maíz, ciruelas y carnes), el pavo como plato central, el pastel de Navidad (carne picada, frutas y especies), el pan dulce, además de la torta de Navidad o duodécima torta, cuya elaboración consiste en preparar una mezcla con frutas, especies y azúcar que es decorada con estrellas, flores, coronas, etcétera.

Dentro de la amplia gama de comidas se encuentran una variante de golosinas típicamente estacionales. El origen de estos productos se encuentran ligados al significado del trigo y otros granos, que tiene una importancia capital para la supervivencia humana. Desde épocas paganas, se tomó como el regalo más preciado de los dioses, simbolizado en el don de la vida y la inmortalidad, "el ciclo eterno de la fertilidad representado por el ciclo biológico del trigo: grano, siembra, vida, cosecha, muerte, grano y vuelta a empezar" (Rodríguez, 1997: 218).

Por ello, este acto ritual se sigue repitiendo con el agrado de elementos típicos: todas las formas de pan, roscas de reyes, garrapiñadas, turrones, entre otras. Los símbolos que encierran estos banquetes se remontan a las antiguas costumbres, que luego pasaron al cristianismo.

El "budín de Navidad" y el "pan dulce" provenía de la antigua creencia de que los habitantes de un lugar podían conservarlo, no sólo como alimento, sino que los protegía de muchos males. Con la posterior cristianización, los panes eran llevados a la Iglesia para su bendición. Después de la consagración, cada miembro de la familia comía un trozo y el resto lo guardaba para dárselos a personas o animales enfermos.

El "roscón de Reyes" es una variante de la "rosca de Navidad". Antiguamente, cada rosca contenía la figura de un hada. Las hadas representaban un símbolo muy peculiar, relacionada con la muerte, y la prosperidad provenía de ella (cielo, muerte/renacimiento), siendo un amuleto protector de desgracias.

En el día de Reyes, final del ciclo de celebraciones navideñas –que incluían el culto a los antepasados muertos en las tradiciones precristianas y que, en suma, conmemoran el eterno renacimiento de la vida en el tránsito desde el invierno a la primavera–, el hada oculta en el roscón adquiere mucho sentido, dando a este dulce el carácter de "pastel de la suerte" por propiciar la fortuna de quien se encuentra la semilla leguminosa en su parte del bollo (Rodríguez, 1997: 221).

Las bebidas tradicionales son el champagne, la sidra, una variedad de vinos y el ponche caliente que es una mezcla de azúcar, agua caliente, zumo de limón, especias, brandy y ron.

El brindis es otra tradición infaltable. Se lo puede asociar con la antigua tradición celebrada en honor al dios Baco, quien argumentaba:

La sedienta tierra se empapa de lluvia, bebe y se alampa para beber más. Las plantas chupan de la tierra y bebiendo sin vado se mantienen verdes y gentiles. El mismo mar […] se bebe dos veces mil ríos tan caudalosos que desbordan su vaso. El afanoso sol –como presumo por su rostro de borracho– se bebe el mar. Luego, luna y estrella se beben al sol, y al tiempo que beben, danzan su propia luz y están de fiesta toda la noche. Nada en natura es sobrio. Es un brindis inacabable que va a la redonda, de uno a otro ser (Frías, 1987-b: 87-88).

A finales del siglo XVIII, el brindis comenzó a adquirir solemnidad, constituyéndose en el ritual de todos los banquetes y celebraciones. En Navidad, época de buenos deseos, el champagne o cava es la bebida festiva por excelencia.

Otra costumbre proveniente de España, nacida en el primer tercio del siglo XX, en el ritual central de la Noche Vieja, es la conocida como las "doce uvas de la suerte", que se invita a comer una por cada repique, con el preludio de besos, abrazos y deseos de felicidad para el año que se inicia. Si bien, muchos afirman que es una costumbre española, otros italiana, lo cierto es que relaciona con una antigua tradición judía, en la que se obsequiaban a los invitados tantas piezas de fruta de la propia cosecha como las horas que habían pasado juntos. Luego se la asoció con la Noche Vieja.



LA DECORACIÓN

La decoración de las casas y todo paseo publico posee características rituales. Los adornos con coronas de muérdago o pino, campanitas, medias, velas y guirnaldas recreaban el ritual solsticial que tenía por objeto el "agradecer el regreso del sol, la otra gran fuente de calor. Se consideraba prudente hacer algo para agradar al dios Sol y asegurar así su regreso el año venidero […]" (Morris, 1993: 41). En esencia, simbolizaba la perduración de la primavera.

A pesar de que la Iglesia se opuso desde el principio a este ritual pagano, luego fue adoptado como parte de la celebración, incorporando distintos elementos como los ángeles e imágenes de los Santos.

La Corona de Adviento es un símbolo especial compuesto por una corona siempre de color verde con 4 velas: 3 moradas y una rosada.

Las piñas es un elemento por excelencia, ya que simboliza la inmortalidad de la vida vegetal y animal, representa el cíclico y eterno retorno de la Naturaleza, y expresa la eclosión de la vida primaveral y la posibilidad del retorno. También las piñas representan un canto de esperanza, en cada uno de los acontecimientos, o también, si es creyente, el que se espera tras la muerte.

La planta de muérdago es el heraldo que anuncia al espíritu de la Navidad. Los ramilletes de muérdago, en forma de coronas, se cuelgan en los marcos de las puertas y ventanas de las casas para la buena suerte. Una antigua tradición señala que si una muchacha soltera recibe un beso debajo del muérdago, al año siguiente se casará; si es casada, quedará embarazada. También se lo asocia con antiguos rituales paganos, siendo la planta elegida por excelencia. A pesar de que existen escasas leyendas cristianas para evangelizar el simbolismo pagano del muérdago, la planta siguió asociada a los ancestrales poderes mágicos y a la protección, prosperidad y buena suerte.

Se quiso cambiar la antigua tradición del muérdago, porque era considerado como portador de supersticiones y reemplazarlo por el acebo, al que se le confirió el carácter de "ramo de la suerte"; pero esta función es relativamente reciente y carece de base simbólica tradicional que la sostenga. La Iglesia prohibió la presencia de los muérdagos en los hogares, aduciendo que era una costumbre bárbara e idólatra, quiso sustituir su presencia con el acebo, ya que según su punto de vista "las hojas del acebo recuerdan las espinas de la corona de Cristo y sus bayas rojas simbolizan la sangre derramada durante su pasión" (Rodríguez, 1997: 157). A pesar de que muchos cristianos han adoptado al acebo, el muérdago sigue siendo irremplazable.

Con un signo premonitorio de los nuevos tiempos que nos tocaría vivir, la impostura triunfó y conquistó la Navidad. Por eso, hoy, muchos adjudican al acebo una cualidad de buen augurio que por derecho sólo le corresponde al muérdago. Aunque, de todos modos, si la Navidad debe movernos a compartir lo que se tiene con los menos afortunados, el muérdago nos da un ejemplo maravilloso de generosidad al hacer partícipe de su espléndido y mágico halo al acebo, su más directo competidor (Rodríguez, 197: 161).

Los símbolos de los colores son diversos, pero se pueden asociar a este ciclo invernal: el color verde representa a la naturaleza, a la vida que aporta su presencia, por eso se lo considera como el símbolo de la esperanza. El amarillo es el color del sol, del oreo y de las espigas maduras del trigo, símbolos poderosos que por excelencia, aseguran prosperidad y felicidad. El rojo, color del fuego y de la sangre, está íntimamente ligado a la vida y también está asociado a una expresión del amor divino, con la generosidad sin límites. El color blanco es extremo opuesto del negro aunque ambos representen al absoluto. El blanco significa pureza, inocencia, virtud, fe e iluminación. El azul, frío, distante y vacío se encuentra representando el límite del "otro lado", por eso simboliza el cielo con sus hierogamias.

En la actualidad, la industria del plástico si bien ha puesto al alcance de todos estos elementos, en algunos casos, ha desvirtuado la tradición por la adquisición de objetos utilitarios, con fines decorativos.




TARJETA NAVIDEÑA

Es habitual que se envíe una tarjeta de felicitación para las fiestas. Esta costumbre se originó en las escuelas inglesas, donde se pedía a los estudiantes que escribieran algo que tuviera que ver con la temporada navideña, antes de salir de vacaciones de invierno y lo enviaran por correo a su casa, con la finalidad de que sus padres recibieran un mensaje de Navidad.

Fue en 1843, en Inglaterra, cuando W. E. Dobson y Sir Henry Cole hicieron las primeras tarjetas de Navidad impresas, que tuvo una tirada de 1.000 ejemplares, con la única intención de promocionar las obras de arte que representaban al Nacimiento de Jesús, acompañada de una frase donde se expresaba felicidad y prosperidad.

En 1860, Thomas Nast, creador de la imagen de Santa Claus, organizó la primera venta masiva de tarjetas de Navidad en las que aparecía también impresa la frase "Feliz Navidad".

Esta práctica se difundió por todo el mundo, y hoy se pueden adquirir tarjetas sencillas, dobles, con filigranas, brillantinas e incluso musicales.



NAVIDAD BLANCA

Otra característica la remarca la presencia de la Navidad Blanca, que se refleja en la mayoría de las tarjetas y, en general, en todos los productos navideños que contienen paisajes invernales, con mucha nieve.

Esta circunstancia es recreada gracias a la influencia literaria ejercida por la obra Canción de Navidad, de Charles Dickens, publicada en 1843. El escritor inglés recordaba que las Navidades de su infancia siempre fueron nevadas, las que volcó en su libro y, muy pronto, se hizo tan famoso que la imagen de la Navidad Blanca se tomó como típica. Se popularizó, aún más, cuando en 1943, Hollywood produjo una película protagonizada por Bing Crosby y Fred Astaire, cuyo tema central: Navidad Blanca ganara un Oscar de la Academia.



EL ARBOLITO NAVIDEÑO

En todas los lugares, la presencia del arbolito de Navidad es infaltable. Su origen se remonta a las antiguas creencias de los germanos que adoraban al roble. Creían que el mundo y todos los astros estaban sostenidos pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el "divino Idrasil" o el "dios Odín", al que le rendían culto cada año y se lo decoraba. Tenían como creencia que cuando un árbol perdía su follaje, era porque los espíritus los habían abandonado. Por ello, se lo adornaba con papeles, frutas, trozos de vidrio, y antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol para que los espíritus retornaran en la época primaveral. En torno al árbol, cantaban y danzaban adorando a su dios.

Con la posterior cristianización, el roble fue reemplazado por el abeto, ya que al tener forma de triángulo personificaba a laTrinidad, con Dios Padre en la cima, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo ocupando los extremos inferiores. Según la leyenda, San Bonifacio, evangelizador de Alemania, derribó el árbol que representaba al dios Odín, y en el mismo lugar plantó un pino, símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo cristiano: las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las velas representaban a Cristo como Salvador. Esta costumbre se difundió por toda Europa en la Edad Media, y con las conquistas y migraciones, llegó a América.

Con el perfeccionamiento de las técnicas industriales, se comenzó la fabricación de todo tipo de ornamentos, incluso de material plástico. También se lo decora con adornos en forma de bolitas, que en un principio fueron de vidrio. Esta costumbre tiene su origen en Bohenia, Alemania, hace más de doscientos años. Los "sopladores de vidrio" se entretenían realizando competencias para hacer la bola más grande y, entre juego y juego, éstas eran descartadas. Dicha circunstancia no pasó al olvido. Las mujeres, al rescatarlas, decidieron adornar las puertas de las casas. Se le dio el nombre de bola espiritual, ya que tenía como finalidad la de ahuyentar el mal de ojo. "Se explicó que su especial valor residía en su reflexión circular que hacía que el mal de ojo se viera reflejado en ellas cuando se intentaba introducir en las casas, lo cual resultaba intolerable" (Morris, 1993: 121-122).

Las esferas, para la tradición cristiana, simbolizan las oraciones que se hacen durante el periodo de adviento: las azules son de arrepentimiento, las plateadas de agradecimiento, las doradas de alabanza y las rojas de petición.

Se acostumbra poner una estrella en la punta del pino, que simboliza la fe, y se colocan adornos de diversas figuras, representando las buenas acciones y sacrificios, los "regalos"" que se le darían a Jesús en la Navidad.

El juego de luces intermitentes es otro de los elementos decorativos. En un comienzo se habían utilizado velas. Según la antigua tradición pagana, se celebraba el nacimiento del dios sol en el Año Nuevo. La Iglesia, al transformar esta creencia, dijo que como "Cristo era la luz del mundo", la brillante luz de la vela simboliza la Estrella de Belén.


EL AGUINALDO

El aguinaldo representa una costumbre generalizada en toda Europa cristianizada, extendiéndose a los demás países, cuyo origen puede remontarse a las antiguas costumbres del solsticio de invierno y el comienzo del año en todas las culturas de la antigüedad.

Tradicionalmente en España, fueron los servidores públicos y privados, quienes al felicitar por la Navidad a los beneficiarios de su labor, se le solicitaba una pequeña retribución económica o material. Por extensión, los hijos pedían el aguinaldo a sus padres y vecinos para época de Navidad o Reyes.

En la actualidad, no sólo perdura esta costumbre de antaño, sino que ha sido oficializada mediante leyes laborales para favorecer a todos los trabajadores.

Otras vías para llegar al aguinaldo se encuentran en las llamadas rifas y las cestas navideñas.

Las rifas navideñas son un recurso del azar, una afición lúdica que en nuestra cultura no se ha dejado de practicar desde la celebración de las Saturnales Romanas.

Las cestas navideñas son una fastuosa vianda indispensable para las épocas festivas: turrones, frutas secas, conservas, vino, champagne, café, embutidos, jamón y, entre ellos, una caja de puros habanos. Refleja una vieja costumbre conocida como la Sportola de los antiguos romanos, que llega hasta nuestros días. De un modo involuntario, se lo relacionó con la crisis económica. En la década de los años ´60 del siglo XX, en vez de que se llenaran las canastas con estas dádivas, se las ofrecía a las personas carenciadas como "obsequios de Navidad". La cesta es, sin duda, la reina de los aguinaldos.



LOTERÍA DE NAVIDAD

Existe una costumbre muy generalizada de vincular una celebración religiosa con elementos sociales, principalmente, en lo referente al juego.

En alguna medida, la lotería de Navidad ha acabado por constituirse en el centro de gravedad del significado básico, propiciatorio y esperanzador, de los ritos asociados al solsticio de invierno.


Al mismo tiempo que nuestra sociedad urbana fue elevando el uso del dinero a la categoría de instrumento básico para la supervivencia, fue variando también el sentido de los cultos agrarios propiciatorios dirigidos hacia el Sol –fuente del renacimiento anual de la vida que posibilita la pervivencia humana– o elevados hacia los mitos religiosos que de él se derivaron, hasta desviar la atención y el deseo hacia otras cosechas, como la del dinero abundante y salvífico que mana del cielo en forma de premio de la lotería (Rodríguez, 1997: 295-296).

La lotería proviene de antiguas costumbres de las fiestas saturnales, como los juegos de suerte que consistían en realizar un sorteo. Se seleccionaba una varilla de un conjunto que tenían inscripciones acerca del futuro; un niño la extraía del cofre y se la daba al peticionante quien, luego de leer el texto, interpretaba su mensaje.

Este sistema fue teniendo una amplia difusión, principalmente, para los cargos públicos y, en el siglo XV, fueron cambiados los textos por números, llegando así a la clásica "lotería de números", en el cual se hacía un sorteo público y se controlaban los cartones que habían sido repartidos, idea que se inspiró de los boletos de rifas del siglo XIII.

Es una costumbre mencionar al premio mayor de la lotería de Navidad como Gordo. La imagen del llamado "fanático por la lotería" o "Enano afortunado", es una estrafalaria y rechoncha figura humana repleta de números y bolas de sorteo que, desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, figuró impresa en casi todo cuanto tenía que ver con la lotería, convirtiéndose en una especie de amuleto favorecedor de la suerte que animaba a la gente a jugar, a intentar realizar sus sueños a través de los premios de la lotería. A quien le tocaba compartir la suerte de ese gordo afortunado se le arreglaba la vida (o casi); tal como viene sucediendo hasta hoy (Rodríguez, 1997: 303).

El primer sorteo celebrado en Navidad tuvo lugar en Cádiz, el 18 de diciembre de 1812. El billete se vendió en 10 pesetas y repartió 40.000, una cifra extraordinaria para la época.

La primera vez que apareció la denominación "Sorteo de Navidad", que sustituyó a la leyenda habitual de "Prósperos de premios", fue en el sorteo del 23 de diciembre de 1892, y no figuró impresa en los billetes hasta la Navidad de 1937.

A partir de entonces, el sorteo de Navidad pasó a ser una institución popular de gran éxito, que se extendió a otras celebraciones: Año Nuevo y Reyes. En Argentina, este ritual se celebra a partir de la década de los años ´60 del siglo XX.

Cada año se renueva la esperanza, de un futuro generoso y próspero, la puerta de acceso al mundo mágico de la suerte.
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MensajeTema: Re: Como y cuando nació la navidad   Como y cuando nació la navidad EmptyVie Nov 20, 2009 10:22 am

-IV-

LA SIMBOLOGÍA NOEL

Dos figuras centrales son veneradas por la tradición, como portadora de buenas intenciones: Papá y Mamá Noel.

PAPÁ NOEL

Los chicos esperan con ansiedad la llegada de Papá Noel. Se sabe que él convertirá las ilusiones en un regalo.

De una antigua manera de representar al invierno, con la imagen de un viejo, nació Papá Noel. Una teoría acerca de su origen señala que Papá Noel es una derivación del dios Saturno. Igualmente, cada cultura lo ha teñido con una imagen particular:

En Alemania, el Viejito Pascuero se ha mezclado con el Weihnachtsmann. El Viejito Pascuero es un alma feliz, en cambio el Weihnachtsmann está irritado de andar cargando sus baúles de regalos. Además, lo acompaña un hombre oscuro que a veces lo persigue y golpea con un bastón; a este personaje se le reconoce por varios nombres, entre ellos, Hans Muff, Knecht Rupprecht and Butz, y se le representa con un oscuro rostro de animal (Frías, 1986-a: s/n).

La figura de Papá Noel, para nuestra tradición, se fusionó a la San Nicolás o Santa Claus, cuyos nombres también fueron muy populares.

San Nicolás fue un Obispo que tenía por costumbre hacer regalos a los niños pobres. Su festividad era el 6 de diciembre, día de su fallecimiento. La Iglesia, al aceptar esta celebración, en el siglo IV, la traslada al día de Navidad. Existen varias leyendas que recrean la vida de este hombre.

En cierta ocasión, el jefe de la guardia romana de aquella época, llamado Marco, quería vender como esclavo a un niño muy pequeño llamado Adrián, y Nicolás se lo impidió. En otra ocasión, Marco quería apoderarse de unas jovencitas si su padre no le pagaba una deuda. Nicolás se enteró del problema y decidió ayudarlas. Tomó tres sacos llenos de oro y en la Noche de Navidad, en plena oscuridad, llegó hasta la casa y arrojó los sacos por la chimenea, salvando así a las muchachas.

Marco, quien quería acabar con la fe cristiana, mandó quemar todas las iglesias y encarcelar a todos los cristianos que no quisieran renegar de su fe. Así fue como Nicolás fue capturado y encarcelado. Cuando el emperador Constantino se convirtió y mando liberar a todos los cristianos, Nicolás había envejecido. Cuando salió de la cárcel, tenía la barba crecida y blanca, y llevaba sus ropajes rojos que lo distinguían como obispo; sin embargo, los largos años de cárcel no lograron quitarle su bondad y buen humor.

Los cristianos de Alemania tomaron la historia de los tres sacos de oro echados por la chimenea el día de Navidad y la imagen de Nicolás al salir de la cárcel, para entretejer la historia de Santa Claus. A fines del siglo XIX y principios del XX, la costumbre del San Nicolás reinventado en Nueva York, se fue extendiendo por casi toda Europa. El Nombre de Santa Claus viene de la evolución paulatina del nombre de San Nicolás: St. Nicklauss, St. Nick, St. Klauss, Santa Claus, Santa Clos. Fundó sus bases en Gran Bretaña como Father Christmas o Padre Navidad, y de ahí pasaría a Francia bajo el nombre de Père Noël o Papa Navidad, del cual derivaría Papá Noel, como se lo conoce en España, Argentina y gran parte de América latina.

La imagen que se conoce actualmente de Santa Claus fue dibujada por primera vez en 1863 por Thomas Nast, quien publicó sus ilustraciones en la revista Harper’s, de entre 1860 a 1880. Nast añadió detalles: su taller en el polo norte con muchos duendes que lo ayudan a fabricar todos los regalos que le piden los niños por medio de cartas, y su vigilancia sobre ellos, buenos y malos, de todo el mundo. Él le dio el color rojo y su vestuario de pieles.

Pero finalmente, fue la Coca-Cola la que le dio su actual aspecto en 1931. Para la campaña publicitaria de la Navidad de ese año, la Coca-Cola le encargo a Habdon Sundblom que remodelara el Santa Claus de Nast, un viejito un poco más alto que un duende, pero con idénticas características. Él creó un Santa Claus más alto, todavía más gordinflón, aunque más simpático, con un rostro bonachón, con una agradable sonrisa y su clásico "jo, jo, jo", de ojos pícaros, chispeantes y amigables, con pelo cano y gruesa barba y bigote, también blancos, sedosos y agradables. La vestimenta mantuvo los colores rojo y blanco, que son los de la compañía, pero su traje se hizo más lujoso y atractivo: un pijama con un gorro de dormir, botas y cinturón.

Otras alusiones a su figura mítica se encuentran en el poema de Clement Clarke Moore, Una visita de San Nicolás, escrito en 1822. Papá Noel entra por la chimenea y esta alusión se amalgama de antiguas tradiciones, principalmente, las que tiene su origen en Finlandia. El poema contiene dos importantes claves: por un lado, se escuchan los renos en el techo y, por el otro, de un solo salto se arroja por la chimenea. También, se traslada en un trineo tirado por ocho renos. La idea de los ocho renos, surgió de una antigua leyenda del dios Odín, quien montaba un caballo de ocho patas llamado Sleipnir, vistiendo una amplia capa y sombrero, cuando visitaba a su gente, y repartía los premios y castigos a que se habían hecho acreedores. A partir de esta alusión, quizás, se pueda argumentar que Odín fuera el precursor de la figura de Papá Noel–Santa Claus. Los renos tienen nombres singulares: Pompón, Vondín, Danzarín, Lindo, Veloz, Listo, Cometa y Rodolfo. Además, se le proveyó de una bolsa mágica en donde entraban todos los juguetes.

Cuando se publicó el poema, el 23 de diciembre de 1823, de inmediato se hizo popular y, a partir de entonces, se cambió por completo la imagen de Papá Noel; nunca más vendría a caballo, sino con un trineo tirado por ocho renos que volaba por los aires; ya no golpearía las puertas para dejar sus obsequios, sino que ingresaría por la chimenea.

A su vez, podemos citar la versión historietista de Michael G. Ploog, Santa Claus. La leyenda de Papá Noel, quien recrea una versión de la obra de L. Frank Baum, cuyo argumento está basado en el hecho en que Santa Claus ha enfermado y sus amigos del bosque lo llevan ante el Rey Gnomo para que lo salve. Deben convencerlo para que le otorgue el don de la vida y el de la inmortalidad.

Como dato ilustrativo se puede mencionar que Robert L. May, en 1939, fue quien dibujó por primera vez a Rodolfo para un aviso publicitario y, en 1949, Johny Marks compuso la canción Rodolfo, el Reno de la roja nariz, que fuera grabada por Gene Autry y Bing Crosby.

Como corolario, podemos remarcar la opinión de Pepe Rodríguez, que hace alusión a la laicalización de Santa Claus, que no sólo fue indispensable para permitir su supervivencia y expansión, sino que fue la razón que le catapultó como símbolo universal dentro de una sociedad industrial que, aunque consumista insolidaria y egoísta, gusta soñar con los valores tradicionales de la Navidad. Santa Claus permite participar del "espíritu de la Navidad" sin ponernos ante disyuntivas ético–religiosas ni, menos aún, hacernos entrar en contradicción con lo que somos o hacemos durante el resto del año (1997: 118).


MAMÁ NOEL

Recientemente se ha incorporado la presencia carismática de Mamá Noel, que junto a la de Papá Noel, han enriquecido la Navidad. Viste con un atuendo rojo y blanco, usa anteojos y se la puede asociar con la imagen de un ama de casa.

Se pueden mencionar dos antecedentes de Mamá Noel: en Italia, los niños
reciben regalos de una bruja llamada La Befana, a veces la señora del Viejito Pascuero. De acuerdo con la leyenda, los Reyes Magos le pidieron a La Befana que los acompañara en el viaje que guiaba la estrella hasta Belén, pero ella no los quiso acompañar pretextando que tenía demasiado que hacer en su casa. Los niños italianos, en la actualidad, creen que La Befana regresa todos los años para Navidad y recorre casa por casa, dejando regalos, en busca del Niño Dios (Frías, 1986-a: s/n).

En Austria se tiene la creencia que "una mujer llamada Berchte, en la noche de Navidad, busca a los niños malos para cortarles el vientre con un cuchillo" (Frías, 1986-a: s/n). De esta creencia se presume el origen de la receta de cocina: "niños envueltos".


EL SIGNIFICADO DEL SÍMBOLO

Desde un punto de vista psicoanalítico, se han incorporado a esta leyenda los elementos masculino y femenino, enriqueciendo las imágenes míticas. Carl G. Jung, en su teoría de los "arquetipos", señala al elemento masculino como "ánimus" y al elemento femenino, "ánima".

El ánimus es generador "de juicios y opiniones. Cumple el rol de constante crítica y normativa. Posee una orientación lógica y objetiva" (Grecco, 1995: 46). Como "padre", establece en su simbología que representa a los "elementos aire y fuego. También cielo, luz, rayos, y el origen" (Cirlot, 1992: 347).

El ánima, representada en esta caso por una anciana, cumple la función de ser "generadora de estados de ánimo. Es la fuente de creatividad y de la intuición" (Grecco, 1995: 46). Como madre, indica que es un "símbolo del inconsciente colectivo del lado izquierdo y nocturno de la existencia, la fuente del agua de la vida" (Cirlot, 1992: 291).


-V-

RITUALES RELIGIOSOS

Para el Cristianismo, existen, además, otros rituales de la propia religiosidad: el pesebre, la Misa de Gallo, los Villancicos, y los Cantos Gregorianos.

EL PESEBRE

El pesebre es el único elemento enteramente cristiano de la Navidad. San Francisco de Asís fue quien lo incorporó en 1224, organizando la primera representación y, más tarde, se difundió en los monasterios y conventos de Europa.

Según el relato de San Buenaventura, el primer pesebre tenía un suelo cubierto con heno, y allí podía verse un buey, un burro y los personajes bíblicos. En el Renacimiento, esta representación se caracterizó, entre otras cosas, por las artes visuales y detalles ambientales. Pero en el Barroco del siglo XVII, especialmente en las regiones de Sicilia y Nápoles, tuvo el máximo esplendor.

En cuanto a las clases de pesebres, existen dos tipos: la primera configura una teatralización del pesebre viviente, y la restante, una representación en miniatura del nacimiento, confeccionada por artesanos, en una suerte de maqueta. Al principio, eran de madera con imágenes de yeso. Hoy se pueden adquirir en el mercado pesebres de diversos tamaños y con distintos elementos: cristal de roca, de plástico, etcétera.



LA ESTRELLA DE BELÉN

El relato de Mateo (2,1-12) es el único testimonio que se relaciona con la estrella de Navidad. Si nos atenemos a la tradición, todos los nacimientos de los dioses solares también tuvieron como señal la estrella que brillaba en el firmamento, anunciando la calidad sobrenatural del recién nacido. Numerosos ejemplos se pueden aportar como el nacimiento de Osiris, Buda, Krisna, entre otros.

Resulta obvio pensar que la inclusión de la estrella en el relato se debiera a esta fuerte influencia, pero también se cree posible que en esta época haya ocurrido un fenómeno astronómico inusual.

Hay, sin embargo, muchas hipótesis: algunos opinan que la luz brillante es la de Venus, otros que son el cometa Halley o una supernova que había explotado y que su luz podía verse incluso de día. Pero la opinión más acertada es la Kepler que data de 1646:

[…] la estrella de los magos no fue otra cosa que la rara triple conjunción de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno. En esta conjuntio magna los planetas aparecen en el mismo grado de longitud, de modo que a ojos de un observador terrestre se presentan como una sola estrella muy brillante (Rodríguez, 1997: 45).

Lo que Kepler atribuye a esta conjunción es que se produjo en el año 7 ac. y esto concuerda aproximadamente con la fecha otorgada por la Iglesia, año 6 ac.

Pero este fenómeno no pudo marcar un camino, ni se detuvo en Belén, ni pasó rozando las palmeras, lo cual se contradice con el relato de Mateo. En este caso, lo que se puede establecer es que el relato mítico impresiona sobremanera y recalca el suceso para que no pase inadvertido y tome carácter sobrenatural.

La "estrella de Belén" contiene un simbolismo muy particular. Iluminaba
tres puntos que señalan la revelación de Zoroastro en el Irán primitivo; el encuentro de los Magos en Babilonia, con la figura imponente del profeta Daniel, la visión sublime y terrorífica del Sol de Osiris, anunciando el fin de las monarquías absolutas de Oriente y el advenimiento de Cristo. Estos tres acontecimientos caracterizan tres etapas del verbo solar (Schuré, 1995: 170).

La estrella más representativa de la decoración de la Navidad es la de cinco puntas, pero sin cola de cometa, que simboliza el microcosmo humano. También se lo puede asociar con los cinco sentidos corporales, pero su número encarna también la convergencia del principio masculino y femenino –simbolizados por el 3 y el 2, respectivamente– en una unión fecunda (el 5 es signo de unión, armonía y equilibro; representa también la hierogamia, el enlace nupcial entre el principio generador celeste el 3, y el principio terrestre materno, el 2), implicando matrimonio, felicidad y realización (Rodríguez, 1997: 185).

Dispuesta la estrella hacia arriba, anima y representa a la magia teurgia o magia blanca, e invirtiéndola la goecia o magia negra.

La menos frecuente son las estrellas de seis y ocho puntas: la de seis vértices es conocida como la "estrella de David", símbolo del judaísmo, que "representa la unión total y perfecta entre el espíritu puro y la materia, entre lo activo o masculino y lo pasivo o femenino, entre lo celeste y lo terrestre" (Rodríguez, 1997: 184). La de ocho puntas suele aparecer en algunas ilustraciones, principalmente en las pinturas anteriores al siglo XIX.

El número ocho representa el equilibrio cósmico y, la forma octogonal, según uno de sus significados más antiguos, simboliza la vida eterna y la resurrección, un mensaje que se ajusta perfectamente a la esperanza que los cristianos celebran con el nacimiento de "Jesús" y que proclaman anunciada desde la propia estrella (que cumple así con la antigua función de los astros de ser pregoneros de inminentes sucesos prodigiosos) (Rodríguez, 1997: 185).


LA VIRGEN, EL NIÑO Y JOSÉ

La imagen de la Virgen María con el "niño" recostado en el pesebre, representa a una de las alegorías más importantes del culto solsticial.

Pepe Rodríguez señala que en el solsticio de invierno –Navidad–, los sacerdotes de Isis, vestidos con sobrepelliz blanca y con la cabeza tonsurada, sacaban del santuario la imagen de Horus, en forma de niño recién nacido, para exponerla a la adoración pública de las masas y pasarla en procesión. El divino niño Horus, venido al mundo para traer la felicidad, era representado como un bebé de cabello dorado que tenía un dedo en la boca y el disco solar –origen del nimbo cristiano– sobre su cabeza. La imagen más corriente la representaba en brazos de su madre Virgen (Rodríguez, 1997: 33).

Este ejemplo es lo suficientemente elocuente para ilustrar la iconografía del nacimiento de Jesús, cuyas reproducciones siempre fueron fieles a estos modelos culturales.

También en la antigüedad precristiana, fue un hecho común, aceptado y extendido, que los grandes personajes divinos y reyes gozaban del privilegio de ser concebidos por una madre virgen. El mismo caso ocurre con María (Lucas 1,18-25), que estando desposada de José, antes de que convivieran se halló de haber concebida por el Espíritu Santo; situación que ya había sido profetizada por Isaías muchos siglos antes, incluso proclamó el nombre de Emanuel, es decir, "Dios con nosotros".

José, el carpintero. En las primitivas representaciones, aparecía como un hombre joven, fuerte y sin barba, pero como consecuencia del inicio del culto a María instaurado en el Concilio de Efeso (343) por Cirilo de Alejandría, la figura del carpintero fue postergada y relegada al papel de encargado de aprovisionar de alimento a la familia. Junto a este proceso también se lo hizo envejecer hasta la senectud, de forma que, siendo ya nulo su vigor, no fuese obstáculo ni sombra de sospecha que impidiese proclamar la virginidad perpetua de María.

Surge un simbolismo muy arraigado: la imagen de María, el niño Jesús y José representa a la Sagrada Familia.

LOS PASTORES

En el relato de Lucas (2,8-14), se menciona la presencia de pastores en el portal de Belén, que fueron a adorar al niño recién nacido. Si bien existe la incongruencia de esta participación, por ser una época fría y lluviosa, también es cierto que existen contrariedades entre los relatos de Mateo y Lucas (puede deberse a que escribieron sus evangelios en tierras distintas), porque están recreadas de leyendas diferentes. "Mateo tiñó de orientalismo el nacimiento de Jesús, mientras que Lucas se adaptó a tradiciones míticas que eran más creíbles en la capital del Imperio" (Rodríguez, 1997: 39).

La narración de Lucas es la que dio origen al Belén navideño que se recrea actualmente, y que tiene características similares a los nacimientos de Buda, Krisna y Confucio desarrollados entre los pueblos agrarios, en la sagrada ceremonia de la siembra.

El relato de Lucas concuerda con los mitos de las culturas agrarias acerca de los nacimientos prodigiosos.

Tras muchos tanteos, la Iglesia, al situar la fiesta de la Navidad en el solsticio de invierno, creyó poder conectar las alegrías de esta gran solemnidad con las antiquísimas prácticas religiosas; remozando, con cada retorno del Sol y en una universal solidaridad, la alegría de los siglos pasados. (Rodríguez, 1997: 41).

Debido a que la Iglesia Católica se desarrolla en contextos urbanos, pero asentadas en culturas agrarias, acentuó la importancia de los pastores, y mantuvo su participación litúrgica en el portal, acompañando la escena con un coro de ángeles y una señal luminosa en el cielo.



LOS REYES MAGOS

En cuanto a la figura de los Magos, existen distintas versiones. La Biblia menciona la visita de los Magos de Oriente (San Mateo, 2–2) sin hacer alusión a su número, y la Iglesia, en el siglo I, lo relaciona como hombres poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del Mediterráneo, hombres que por su cultura y espiritualidad cultivaban su conocimiento deL hombre y de la naturaleza, esforzándose especialmente por mantener un contacto con Dios.

La adoración de los Reyes Magos ha sido una de las más celebradas por la iconografía religiosa hasta el siglo XVII, en el que muestra una importante evolución.

En un principio, tuvieron el carácter de magos y su vestimenta eran tocados con el gorro frigio de los sacerdotes–astrólogos del dios persa Mitra. Como la astrología estaba prohibida, la Iglesia consideró a sus figuras como de dudosa reputación.

Quinto Septimio Florencio Tertuliano (c. 160-220) fue el primero en hacer una afirmación oportuna: Nam et Magos reges habuit fore Oriens, esto es, "se ha sostenido que los magos eran reyes de Oriente", apoyándose en un versículo de los salmos (Sal 72,10), el cual se tomó como otra profecía más.

Gracias a Orígenes y Tertuliano, la cristiandad se encontró con tres reyes, que hacía referencia a los presentes otorgados al niño Jesús, y se los denominó "Reyes Magos". Luego se les cambió la vestimenta: en lugar del gorro frigio se les colocó coronas reales a la usanza latina.

Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar fueron incorporados a partir del siglo XIII, mediante un poema aparecido en España: El auto de los Reyes Magos. Este poema toma la denominación de "auto" por ser el primero en su género, anónimo y propio del teatro religioso primitivo del medioevo, aparecido en lengua romance. También, el Martirologio menciona a San Gaspar el primero de Enero, San Melchor el día seis y San Baltasar el once (Acta SS., I, 8, 323, 664). Los sirios tienen a Larvandad, Hormisdas, Gushnasaph, etc.; los armenios Kagba, Badadilma, etc. (Cf. Acta Sanctorum, May, I, 1780), entre otros.

En un principio, los Reyes Magos eran de raza blanca, pero a partir del siglo XVI, en todas las representaciones se le adjudicó a Baltasar la raza negra. Las nuevas necesidades ecuménicas llevaron a implantar un simbolismo inédito, identificando a los tres magos con los tres hijos de Noé –Sem, Cam y Jafet– que, según el Antiguo Testamento, representaban las tres partes del mundo y las tres razas humanas que lo poblaban, según se creía en esos días. De este modo, Melchor, el anciano de cabello y barba canos, pasó a simbolizar a los herederos de Jafet, eso es los europeos y ofreció al Niño divino el noble oro; Gaspar, rubio y lampiño, representaría a los semitas de Asia y su don era el preciado incienso; Baltasar, negro y barbudo personificaría a los hijos de Cam, los africanos, participando en la adoración universal con su entrega de mirra (Rodríguez, 1997: 55).

Los Magos, emisarios de Zoroastro, representan la encarnación de lo sagrado en cada hombre y el rol del Mago hace que se pueda cumplir con este camino en un "nivel consciente".

También se ha identificado a los Reyes Magos como representantes de la Trinidad, para lo cual, sus obsequios representaban:

El oro provenía de Dios; la mirra –usada como ungüento funerario desde la Antigüedad y, por tanto, asociada con la muerte y resurrección–, del Hijo; y el incienso –elemento purificador esencial en todo ritual–, del Espíritu Santo (Rodríguez, 1997: 57).



LOS VILLANCICOS

Los villancicos son cantos heredados de antiguas costumbres paganas que representaban "los placeres de la carne", más que a la Noche Santa. Se cantaban danzando en una ronda. Pese a que en un principio estuvieron prohibidos, los trovadores ambulaban de pueblo en pueblo y los cantaban, porque la gente común amaba esas canciones.

Los primeros villancicos que se conocen fueron compuestos por los evangelizadores en el siglo V, con la finalidad de llevar la Buena Nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían leer. Sus letras, escritas en lenguaje popular, se referían al misterio de la encarnación y estaban inspirados en la Liturgia de la Navidad, compuestos con un tono sensible e ingenioso de los sentimientos de la Virgen María y de los pastores ante el Nacimiento de Cristo. En el siglo XIII, se extienden por todo el mundo junto con el pesebre viviente de San Francisco de Asís.

El famoso Stabat Mater Speciosa es atribuido a Jacopone Todi (1230–1306) y el Adeste Fideles data del siglo XVII. Pero éstos cantos deben de haber existido desde mucho tiempo antes de que fueran puesto por escrito.

Noche de Paz es uno de los más famosos. Fue creado por el padre José Mohr, en un pueblito de Hallin de los Alpes austriacos, el 24 de diciembre de 1818. Esa misma noche, el padre Mohr estaba organizando su sermón para la Misa de Gallo y, al leer un pasaje del Evangelio de San Lucas, escribe las primeras estrofas. A las pocas horas, concluye con su letra. Francisco Javier Guber se ofrece gustoso para componer su partitura original. Se ejecutó con el acompañamiento de guitarras. Años más tarde se lo interpretó con el coro de niños de la Capilla, en 1832, en la Catedral de San Petersburgo y luego se lo difundió por todo el mundo.

Hoy los villancicos han quedado desligados de los bailes y de las licenciosas representaciones de antaño y se han convertido en algo tan respetable que la mayoría de las catedrales e iglesias organizan conciertos y villancicos, permitiendo así el retorno de una antigua tradición que en un tiempo fue condenada como obra del demonio (Morris, 1993: 136).



CANTOS GREGORIANOS

Los Cantos Gregorianos pertenecen a una antigua tradición cristiana medieval. En los antiguos monasterios, los monjes interpretaban en latín fragmentos de las Sagradas Escrituras. Se caracterizan por ser cantos sopranos, utilizando una combinación de sólo 5 notas musicales: re, mi, fa, sol, la, dando un clima de elevación y misterio.

Los Cantos Gregorianos de los Coros de las Abadías de Montserrat, Maumont, Saint Wandrille, Hautecombe, Einsiedeln y Dominicano de Francia son populares en todo el mundo, y se interpretan en cada Liturgia Cristiana.
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MensajeTema: Re: Como y cuando nació la navidad   Como y cuando nació la navidad EmptyVie Nov 20, 2009 10:24 am

-V-

CASI UNA CONCLUSIÓN

En una breve recorrida, se ha presentado el significado que encarna la Navidad: la ornamentación, y las costumbres.

En tal sentido, es meritorio destacar la opinión de Desmond Morris que hace sobre esta fecha:

Aunque oficialmente la Navidad es la celebración del nacimiento de Cristo, casi nada de lo que hacemos durante las festividades navideñas tiene la más mínima conexión con la cristiandad y menos aún con el arribo del niño Jesús. Salvo los oficios religiosos y las escenas de la natividad, casi todo lo demás surge de las antiguas prácticas paganas, o es el resultado de modernas innovaciones comerciales (Morris, 1993: 12).

Se puede observar en un racconto que en todas las costumbres perdura el significado trascendente de buscar la proyección de un ritual solar, transformado al Cristianismo. Este es, en esencia, el significado que encierra la Navidad.



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Texto revisado por Ithar Ghada Faied
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